Vivimos en un mundo superpoblado, donde el deseo natural de tener descendencia se sobrepone a la lógica de la falta de recursos, del exceso de niños sin padre ni madre, o simplemente a la incapacidad de algunos para la paternidad.

Por todas estas razones, yo quería y no quería hijos. 

Vivía en un continuo estado de duda y susto ante la idea de engendrar, y si no hubiera sido convencida por el padre de mi hija para tenerla, habría pospuesto indefinidamente la idea de tener un bebé hasta descartarla por completo, como le pasa a muchos de las mujeres y hombres de mi generación.

Para mi tremenda suerte, del convencimiento al hecho sólo pasaron escasos meses, y menos mal, porque la separación con el padre no se hizo esperar tampoco.

云 Yun, “nube” en chino, es el nombre de mi hija. Es mitad china, mitad occidental, aunque la debilidad de mis genes se muestra en lo poco que se me parece físicamente. Muchos piensan que es adoptada, fantasía que me hace ir con la cabeza más alta cuando anda de mi mano.

En las pocas veces de mi vida que he sugerido tener hijos, pregonaba que deseaba uno de cada color, porque veía el futuro en la mezcla de razas. Teniendo en cuenta mi edad y mis pocas ganas de engendrar más (dudo que nadie me vuelva a convencer), creo que me quedaré estancada con la asiática.

Y digo no querer más no porque Yun sea la hija más maravillosa, inteligente y especial que hubiera podido desear (dicho de manera totalmente objetiva).

No quiero más por las razones antes expuestas y porque adoro mi libertad y no quiero posponer más años mi emancipació

Mi hermana pertenece a ese grupo de mujeres modernas que no tienen hijos. Al proverbio de “Si dios no te da hijos, el diablo te dará sobrinos” mi hermana responde “Gracias, diablo”.

Estamos tan unidas, que el resultado más natural ha sido compartir la maternidad y educación de nuestra niña, que crece con superávit de madre hasta el punto de llamarme “tita” a mí y “mami” a ella, en especial cuando podemos salvar las distancias y pegarnos las tres cual feliz lapa.

Y como es una gran inspiración para nosotras, hay que dedicarle un apartado exclusivo, otro batiburrillo de fotos, vídeos, ocurrencias suyas, cuentos para ella, y en proceso de construcción, el documental “Una Nube, dos mundos”.

VIDEOS DE YUN

Nuestra pequeña Camarógrafa

Deberes de Yun

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